Durante sus recientes presentaciones en vivo en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, el programa chileno 31 Minutos ha sido acompañado por una sorprendente cantidad de mercancía pirata en las calles circundantes. Los creadores del programa han compartido imágenes que muestran desde camisetas hasta juguetes falsificados que se venden ilegalmente.

Contrario a lo que podría esperarse, los creadores de 31 Minutos no parecen molestos por esta situación. «Si la industria pirata es un índice de popularidad, no estamos nada mal en Ciudad de México», comentaron de manera sarcástica, mostrando una actitud tolerante hacia el fenómeno.

La popularidad del programa en México ha generado una significativa demanda de productos no autorizados, lo cual, aunque ilegal, refleja el arraigo del programa entre el público mexicano. Los creadores han optado por ver esta situación como un indicio de su éxito en el país, más que como una amenaza a sus derechos de propiedad intelectual.

A pesar de la proliferación de productos piratas, las autoridades locales no han emitido declaraciones al respecto, dejando en evidencia las complejidades de la regulación y la protección de derechos de autor en eventos culturales de gran convocatoria como los de 31 Minutos

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